Ese día empecé a mirar mi vida. Todo aquello que formaba parte de ella, porque era eso. Mi vida. Y yo vivía en ella como una desconocida, no era consciente de lo que sucedía a mi alrededor. Las cosas maravillosas que tenía, otras tantas que no, y fue ahí, justo en ese momento cuando abrí los ojos con más fuerza que nunca y decidí nunca más cerrarlos.
Y aquel día, sí, desde aquel día. Empecé a vivir de nuevo.
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